Cuando llega el momento de la despedida

He estado lejos de las redes por un tiempo, porque mi mente y corazón estaban dedicados todo el tiempo fuera del trabajo a mi familia.

Mi cuñada Emilia, partió hace un mes hacia el cielo después de casi un año de luchar contra el cáncer. Así que un mes después quisiera hacer un repaso de las pérdidas en nuestra vida.

Parte de vivir es tener momentos de logros, felicidad, amor, encuentros y también, pérdidas, tristeza y despedidas. El saber que nuestra vida tendrá todos estos momentos nos debería hacer más conscientes y agradecidos por cada uno de ellos.

Emi, fue una mujer extraordinaria, sumamente cariñosa y pendiente de todos sus amigos y familiares, por lo que este mes he extrañado especialmente hablar con ella y verla, pero también sé que extrañaré sus abrazos, su tono dulce de hablar, sus palabras y también nos hará falta en cada momento importante, fiesta de cumpleaños o celebración.

Para nuestra familia su partida es dolorosa, sin embargo, también agradecemos todo lo que aprendimos de ella mientras estaba saludable y mientras estuvo enferma.

El duelo es un proceso que lleva su tiempo, lo aprendí con la partida de mi papá hace casi 13 años, sin embargo, hoy quiero hacer un recuento de lo que he aprendido:

Cada día cuenta, así que no vayamos en “modo automático”, seamos conscientes de cada momento.
Los procesos dolorosos se llevan mejor acompañados. No nos aislemos cuando requerimos ayuda.
Cada pequeño detalle que hacemos por alguien puede dejar una huella maravillosa.
Los amigos se conocen en los momentos difíciles, porque son los que están ahí antes y después.
La familia también se elige y es un regalo pasar los momentos felices y tristes juntos.
El amor es realmente poderoso, y no debemos subestimar estar diciéndolo y demostrándolo constantemente.
Procuremos trabajar en algo que amemos y bajemos nuestros niveles de estrés. El estrés enferma.
No dejemos los sueños para después, busquemos con intencionalidad alcanzar lo que queremos.
Como alguien que cree en Dios, definitivamente vivir cada día confiando en que todo tiene un propósito es el mejor camino.
El amor no muere con las personas, se queda con nosotros.
Lo mejor que podemos hacer para honrar la vida de quien partió, es seguir viviendo felices, realizados y con propósito.
Si sienten que requieren ayuda para superar la partida de alguien o una pérdida importante, busquen ayuda psicológica. La terapia es un aliado en procesos de duelo.